sábado, 27 de marzo de 2010

Fútbol: pasión de multitudes… y algo más.

Otro punto que refleja la importancia mencionada, y que tal vez por conocido, nunca nos detenemos a reflexionar profundamente en ello, es que este deporte es tan importante que mucha gente, incluso llega a vivir, sustentarse, y hace negocios millonarios a través del mismo. Muchas personas, pasan de ser simples ciudadanos, a grandes figuras mediáticas, con todo lo que ello implica en esta sociedad y estos tiempos tan globalizados. No en todos los juegos, deportes, o actividades con sentido lúdico, sucede un fenómeno tan particular. No en todas las actividades los sujetos involucrados llegan a profesionalizarse, como sucede por ejemplo, con los jugadores de fútbol. Sin embargo, no nos referimos sólo a los sujetos directamente involucrados: jugadores, técnicos, réferis, etc. La gente que vive y hace negocios con este deporte es muchísima: dirigentes, periodistas, intermediarios, empresarios, grandes marcas que venden la indumentaria deportiva, empleados de los clubes, barras bravas, grandes medios de telecomunicación, etc. Y se mueve más dinero aún a través de las actividades colaterales que genera el espectáculo: paquetes de turismo, gasto en “seguridad”, etc.


Quien alguna vez se halla detenido a escuchar a Carlos Salvador Bilardo –jugador y D.T. campeón mundial con la Selección Argentina en 1986-, una de las frases que repite hasta el cansancio en el programa radial que él preside, es que él dice haber dicho ya en la década del 60 que el fútbol es un negocio, y que por decir esto, por muchos fue y es injustamente criticado y atacado.


El fútbol tiene muchas aristas, y puede ser analizado desde distintas ópticas, pero desde éste punto de vista, está claro que es correcto lo que dice Bilardo, y está claro más aún, y en línea coincidente con en análisis de todos los especialistas en distintas áreas, que la penetración cada vez mas feroz del negocio en el fútbol, lo fue distorsionando de manera sumamente asquerosa y negativa. Casi diríamos, que lo único y más auténtico de todo esto es la pasión incondicional del hincha común, que semana tras semana y esté como esté su equipo, siempre está ahí, dispuesto a dar todo a cambio de nada. Y aquí también la frase de alguna canción o más de un “trapo”: “todo por vos”.


Así vemos y hemos visto, cómo se organizan fíxturs para favorecer a determinados equipos y Selecciones, cómo se designan árbitros a dedo con el mismo fin, cómo los árbitros favorecen siempre con sus fallos pretendidamente imparciales a determinados equipos y Seleccionados –excusándose sólo en su propia ineficiencia-, lo mismo que los tribunales de “indisciplina” que nunca miden la “disciplina con la misma vara”, así como la terca negativa a implementar tecnología en el fútbol para mejorar la transparencia de los fallos arbitrales a esta altura tan cuestionados, etc., etc. Basta ver como Francia clasificó al último Mundial, para darse cuenta que todo esto es una mugre. La FIFA es una mugre. La AFA es una mugre. Y no son pocos los que ya denuncian esto públicamente. Basta sino escuchar a Gabriel Anello, destacado periodista deportivo del ascenso, como públicamente y con pruebas ha denunciado a árbitros y dirigentes, y cómo recientemente miembros del Colegio de Árbitros fueron expulsados ante hechos de corrupción. Hace unos años en Italia sucedió lo mismo, pero con mayor profundidad y repercusiones que aquí, incluso han hecho descender equipos.


Lo mismo sucede con el enfoque mediático deportivo: tras un discurso pretendidamente objetivo e imparcial, como en todos los temas que suelen abordar, generan favoritismos en el público, ponen el acento en determinados temas mientras callan otros, generan y recrean figuras al servicio de empresarios, intermediarios y dirigentes para colocar a sus representados en plazas rentables y equipos y seleccionados importantes; y también aquí, una larga lista de mentiras e infinitas etcéteras. Es decir, el periodismo en general y los grandes medios de comunicación –salvo honrosas excepciones-, son un eslabón más de este sucio negocio. Trabajan todo el tiempo, bajo un perfil autoproclamadamente imparcial, independiente y objetivo, cuando en verdad, lo único que hacen es reproducir un discurso, y adaptar dicho discurso, al servicio de diversos intereses, grupos económicos y empresarios, cuyo único interés –valga la redundancia- es el lucro propio, al margen del espíritu y el espectáculo deportivo, y por ende, al margen y a espaldas del hincha, al cual sólo se dirigen para lucrar.

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